El Vínculo Divino: Reflexiones sobre la Caída en el Edén

«Dios ha hecho al hombre para que este lo encuentre»

Pierre Teilhard de Chardain 1

En el principio… «Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios; hombre y mujer los creó»2.

Y las almas descansaban en paz en el Edén pues, sabedoras de la unión con la Divinidad, nada ya necesitaban. Colmadas de la Gracia, ya nada podrían más desear. Todo les había sido otorgado por el que es Absoluto. El Paraíso sería por siempre su hogar eterno. Entregado por Dios para su disfrute, esa fue la gran promesa del que siempre Es.

«Tomó, pues, Jehova Dios al hombre, y lo puso en el huerto del Edén para que lo labrara y lo guardase».

Génesis, 2:153

Dios, en su infinito Amor, las creó para que fueran dichosas en la contemplación del fin último. Dios es Amor y en el Amor deberían descansar por todos los tiempos.

¿Acaso no es esto la Gran Paz?

Todo lo poseían, y todo cuanto a su alrededor existía era de su propiedad por voluntad de lo Alto. Todo excepto lo que cualquier conciencia puede desear: la gran Sabiduría Última que es Tesoro Divino.

Pero no era aún llegado el tiempo. No era aún necesario. Aún no correspondía. En el Plan Divino, y así estaba dispuesto, sólo el goce de las almas estaba prescrito para entonces y, de este modo, Dios la guardó sólo para sí.

Pero el Cielo es siempre generoso y hasta el libre albedrío les fue concedido aun bien sabiendo que, en la Paz, este no es útil ni necesario pues todo es como debe ser, todo ocurre como debe ocurrir.

— Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comeréis —les fue dicho como única condición—.

Y allí, en su dicha, quedaron envueltos entre la Sagrada Luz de quien todo contempla, de quien todo ve; luz de la que formaban parte pues siendo en la parte lo eran en el todo.

Mas en un preciso momento, una chispa de inquietud se encendió en el corazón de una de las almas. Al principio, fue apenas un sutil susurro, un pensamiento pasajero, apenas un destello en la conciencia. Pero ese pensamiento creció, como una chispa que se convierte en una llama que devora un bosque.

La semilla de la duda quedó sembrada. Y pronto, la duda se expandió, envolviendo a todas las almas hasta ahora inmersas en aquel sueño idílico.

― ¿Y si hay más que nuestro Dios nos esconde?

Y Dios lo permitió porque sólo en Él está el conceder lo que las almas necesitan y, de este modo, consideró que sería también bueno que la duda habitase en todas ellas. Y Dios consintió la duda.

Cada alma conocía para qué había sido creada, pero desde la complacencia por lo ya recibido, pronto todas lo olvidaron.

Y la duda perturbaba a las almas. Y las almas fueron tentadas. Y Dios permitió la tentación.

Y Dios observaba pacientemente pues todo había sido creado por Él y, por tanto, era el poseedor de la Sabiduría Absoluta. De la Gran Verdad.

Y así sucedió que las almas todas comieron del fruto prohibido.

― Desconfiasteis de mí ―les dijo Dios―. No os conformasteis con ser Yo por ya ser parte de Mí, mas quisisteis ser todo Yo y olvidasteis que sólo «Yo soy el que Soy”. Y por vuestra voluntad, por vuestro propio deseo, llegareis a conocer, pero ese saber habrá de ser bien trabajado para que ya jamás vuelva el error a suceder.

Y el divino vínculo se quebró hasta la consumación de todos los tiempos.

— El vínculo se ha quebrado, pero Yo no os abandonaré. Siempre estoy en vosotras, pues sois parte de Mí y Yo soy el Todo entre las partes. Incluso cuando no podáis verme, allí estaré por toda la eternidad, Yo estaré. Y el camino de regreso, sabed, está escondido en vuestro interior.

Y aunque las almas se alejaron, Dios no las abandonó.

— Y ahora, vivid vuestra elección hasta que esta os traiga de vuelta de nuevo a Mí.

Antes del fruto, todo era uno. Después, las almas comenzaron a ver el mundo dividido: la luz y la sombra, el placer y el dolor, el amor y el temor. Pero lo que no comprendieron entonces es que todo ello, no eran opuestos, sino sólo partes de un mismo todo.

Y conocieron el bien, pero también el mal. Y comenzó la andadura a través del Círculo Sagrado. Vidas y vidas para transitar hasta completar su destino.

Y las mismas almas que siendo luz, de la Luz salieron, a la Luz habrán de volver. Y esta vez como Almas completas y así habrá de ser para que todo sea consumado por siempre jamás.

Dios siempre cumple sus promesas.

  1. Pierre Theilrhard de Chardin ↩︎
  2. Génesis 1:27 Reina Varela 1960 ↩︎
  3. Génesis 2:15 Reina Varela 1960 ↩︎

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